La vida en Begur, Gerona, cambia cuando se acaba el verano y los turistas se van. Las playas y las calas se quedan más tranquilas y se respira un aire más puro. Los habitantes de Begur recuperan su ritmo habitual, más lento y relajado, y disfrutan de la belleza del paisaje sin aglomeraciones. Se reencuentran con los vecinos y los amigos que viven todo el año en el pueblo y comparten charlas, risas y recuerdos. También se preparan para el otoño y el invierno, cuando las lluvias y los vientos azotan la costa y el mar se vuelve más bravío.